Y en esta llegó Florentino…
Nadie es perfecto. Yo no soy florentinista. Y estoy harto de tanto requiebro lisonjero a Don Florentino Pérez. Lo más incomprensible del regreso de Florentino es que sea comprensible. Florentino sólo tiene un ídolo: su yo. Y su profeta es el dinero. Florentino me recuerda a aquel que decía: “Yo no voto personas, voto ideas”…”¿y si te doy un millón de euros?”…”Ah, entonces, pues voto a quien sea, porque la idea no es tan mala”…Quien el aceite mesura, las manos se unta.
Hay dos palabras que abren muchas puertas: tire o empuje, pero Florentino abre puertas tirando de talonario y empujando al palco a sus factibles socios en los negocios que trajina. Cercado en soledades, quizá reflexione así: “La política ha hecho de mí un hombre al que no conozco. Es tremendo tropezarse en la calle con este ser”. Sobre Florentino, todo está dicho ya, pero como nadie escucha, quizá convenga repetirlo de nuevo. Últimamente he oído hablar tan bien de él, que creía que había muerto. Luego pensé que todos quieren ir al cielo pero que nadie quiere morir.
Tanto le jalean algunos medios que va a quedar como aquel hueso de posguerra que iba de puchero en puchero hasta que se quedaba sin sustancia. Tanto triunfalismo en los forofos florentineros me recuerda a aquel grupo de amigos que iban a celebrar una fiesta y decidieron hacer una paella. Cada uno se comprometió a llevar a algún ingrediente, pero nadie llevó el arroz.
Florentino llega a la jactancia empalagosa. Tiene orgullo legítimo y con él se defiende contra la posible verdad desfavorable de sí mismo. Algunos van de Herodes a Pilatos como de El Corte Inglés a Caprabo. Otros huyen del fuego para caer en las brasas. A veces se escupen las mismas bocas que ayer se besaban. Ver a “Marca” quedarse afónico gritando a Ramón Calderón y vitoreando a Florentino Pérez hace gracia y hace pena. Hay mucho mamoneo entre algunos periodistas y sabe Florentino que si pone a veintidós poetas, once contra once, no llenará el estadio. A él le va más la España del pelotazo que la de la pelota.
Todo esto para decir que Florentino Pérez es de esos tipos que se preguntan: “¿Qué haría yo sin mi?”.