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“No hay legado más valioso que la honradez” Miguel de Cervantes
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CUENTO SOBRE LA HISTORIA RECIENTE DE UN VALIOSO AUTOMOVIL (I)

Erase una vez un hombre muy rico y poderoso que, en una subasta organizada al efecto, decidió invertir una gran suma de dinero en la compra de un valioso automóvil. Se trataba de una pieza muy codiciada porque había conseguido importantes premios y distinciones en numerosos certámenes nacionales y extranjeros; era admirado en todo el mundo por su singular belleza, por su precisión, velocidad, perfecto calibrado y funcionamiento del motor y por la forma en que había sido utilizado y exhibido hasta entonces. Puedes leer un ensayo sobre los autos más caros del mundo en elite writing at https://essayelites.com/

Era, asimismo, el orgullo de una familia centenaria y de gran abolengo.

Cuando se lo entregaron, el hombre rico y poderoso quedó fascinado por la admiración que despertaba cuando lo paseaba por los lugares que visitaba y por el interés que suscitaba en otros hombres importantes que, atraídos por su historial, por sus prestaciones y por su velocidad, querían probarlo y, por ello, le invitaban a participar en sus negocios y aventuras y, gracias a él, consiguió la popularidad y notoriedad que el dinero nunca le había proporcionado y, además, le permitió  incrementar su fortuna de forma sustancial.

Como ya era costumbre en su forma de actuar, y gracias a lo cual había construido un gran imperio, jugaba con ventaja y conocía que, oculto en el maletero, se encontraba un diamante de proporciones nunca vistas, que había sido guardado cuidadosamente por el mas insigne de los antiguos miembros de la familia propietaria del vehículo.

Como el hombre rico y poderoso estaba empeñado en deslumbrar al mundo entero, pero no destinar para ello un solo euro de su fortuna personal, decidió vender la joya, lo que consiguió gracias a los buenos oficios de amigos importantes que, por aquella época, controlaban el mercado de las piedras preciosas y quienes, utilizando procedimientos desconocidos hasta aquel momento, alteraron las leyes del mercado para permitirle obtener un precio astronómico, muy superior a su ya de por sí alto valor.

Buscando maravillar y epatar a propios y extraños, y para alimentar su arrogancia y presunción, decidió cambiar la tradicional y tan mundialmente alabada apariencia austera del vehículo y utilizó el dinero obtenido para gastarlo en engalanarlo con vistosos adornos, cromados llamativos, luces potentes, y provocativos embellecedores y no contento con ello, lo pintó con un color muy vivo que llamaba poderosamente la atención, lo que dio al automóvil una presencia imponente. Simultáneamente organizo grandes fastos, festejos y celebraciones sonadas  y, contra la opinión de los mecánicos, que le alertaron del riesgo de su deterioro, lo trasladó a varios países del mundo para exhibirlo.  

No le importaron, ni le preocuparon, ni prestó atención alguna, a los consejos y advertencias de sus pilotos y mecánicos sobre la necesidad de revisar, limpiar y reparar, periódica y adecuadamente, el motor y sus numerososo y complejos mecanismos, ni tampoco reparó ni sustituyó las piezas defectuosas, porque solo le obsesionaba su apariencia externa y la hortera exhibición de poder que acompaña al lujo superfluo propio de los  nuevos ricos. 

Cómo no estuvo de acuerdo con su forma de proceder, se permitió incluso la licencia de despedir y humillar a uno de los pilotos que mejor y con más éxito había tratado y conducido el vehículo y que, ironías del destino, logró a los pocos años manejar otro automóvil que ganó, por primera vez en su historia, el certamen mundial más prestigioso que se celebraba cada cuatro años.

Durante un corto periodo de tiempo lo lució con su tradicional altanería, petulancia y desprecio a los mecánicos y pilotos, y obtuvo hasta algún éxito en  exhibiciones y certámenes nacionales y extranjeros, pero no tardó en empezar a sufrir numerosas decepciones cuando, al presentarlo en concursos varios, comprobó que la tecnología de su vehículo se había quedado anticuada, que los adornos que lucía eran objeto de burla y menosprecio, y que el paso del tiempo, el abandono y el uso indebido le habían hecho perder la prestancia deseada y la velocidad necesaria para competir con los demás.  

Lejos de devolverle al lugar que le correspondía e incapaz de encontrar soluciones que recondujeran la situación, acumuló desastres nunca conocidos hasta entonces, y el automóvil fue superado en repetidas ocasiones por todos sus tradicionales rivales. Fue entonces cuando harto de hacer el ridículo y de ser abierta y reiterádamente criticado por los expertos en la materia, decidió repudiarlo, desprenderse de él y regalárselo a uno de sus subordinados.

Pero para evitar sufrir un nuevo revolcón, tenía que impedir que alguien  pudiera reverdecer los laureles obtenidos con anterioridad y dejar en evidencia su errónea estrategia, por lo que, con la esperanza de que el vehículo empeorara todavía más y sus fracasos fueran en aumento, se lo entregó al mas tonto, vanidoso e incapaz de sus lacayos.

(CONTINUARÁ)

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