Había cumplido 80 años de edad el pasado mes de Marzo y el fallecimiento se produjo el día 11 de Mayo una vez que el presidente tomó la triste y equivocada decisión de no suministrarle la ayuda necesaria, tanto humana como material, que recibía desde su nacimiento y que, hasta su llegada, le permitió gozar de una salud envidiable, ser fuerte, poderoso y admirado en el mundo del deporte de la canasta.

Se lo planteó en su primera etapa pero no se atrevió. Ahora no le ha temblado la mano y las instrucciones son terminantes. Ha paralizado las torpes decisiones de su director y ha decidido acabar con el sufrimiento de quien, previamente, había enviado a la UCI.

En el año 2.009, inició su aniquilamiento negándole el derecho a tener y ocupar su propia casa, que iba a ser construida en Valdebebas. Un pabellón moderno, espectacular, ya diseñado, con la financiación conseguida, y con todas las condiciones para convertirse en la envidia de propios y extraños.

No quiere anunciarlo, todavía, de forma oficial y, por ello, la decisión es hibernar al difunto, durante un muy corto periodo de tiempo, hasta su definitivo enterramiento. Para preparar el sepelio se utilizará, en principio, a un tonto útil llamado Sánchez.

La infancia del difunto no fue fácil. Corría el año 1931 cuando el “doctor” Ángel Cabrera le ayudó a nacer, para después empezar a dar sus primeros y torpes pasos en el campo del Standard, junto a la antigua estación de Delicias.

Cursó sus estudios primarios con dificultad, enfrentandose y superando numerosos problemas, hasta que, de la mano y bajo la tutoría del catedrático Raimundo Saporta, consiguió el reconocimiento “Cum Laude” en la universidad del baloncesto europeo, sin que nadie haya podido igualar su curriculum hasta la actualidad.

8 copas de Europa, 22 Copas del Rey, 30 Ligas, 4 Copas del Mundo, 4 Recopas de Europa, 1 Copa Korac, 1 Copa ULEB y 1 Supercopa de España, son los títulos que le acreditan como el mejor equipo de baloncesto de la historia.

Entre todos los grandísimos jugadores que integraron el equipo a lo largo de su existencia, permítanme que recuerde y destaque a los españoles. Y entre ellos a los que más he admirado y, también, a los que más me hicieron disfrutar como espectador: Trujillano, Sevillano, Emiliano, Corbalán, Fernando y Antonio Martín, y Alberto Herreros. En estos dos últimos confié para el proyecto que puse en marcha en 2.006 y no me defraudaron.

Tampoco puedo olvidar, entre los extranjeros, a Brabender, Luyk, Delibasic, Petrovic o Sabonis. Sirvan ellos como un ejemplo de todos los que pasaron por este Club y que pusieron su grano de arena en la construcción de un equipo modélico.

En el capítulo de entrenadores, por encima de todos, por su genialidad y maestría, al superdotado, al único e irrepetible que nos enseñó a querer este maravilloso deporte y con el que alcanzamos la cima y entramos en la historia : Pedro Ferrándiz.

Tampoco puedo olvidarme de un técnico que está llamado a convertirse en uno de los grandes: Joan Plaza. Contra la opinión de algunos entendidos ocupó el cargo durante mi presidencia y se doctoró con matrícula de honor ganando una Copa ULEB y un Liga española.

Descanse en paz quien, en plena madurez, rebosaba juventud, ilusión y hambre de nuevos triunfos y reciban nuestro pésame los sufridos aficionados – mi recuerdo emocionado a los Bersekers- que tan mal tratados y despreciados han sido en los últimos dos años, con traslado forzoso a la triste “Caja mágica” incluido, y que deberán conformarse con los recuerdos del difunto que tanto les hizo disfrutar en vida.