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“No hay legado más valioso que la honradez” Miguel de Cervantes
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El Honor de Calderón

Polizón a bordo (Publicado en varios diarios regionales el 10/11/2008)

MATÍAS ANTOLÍN

A falta de caballos, trotan los asnos. La verdad es la noticia, pero un tal José Antonio Abellán (director de El tirachinas-COPE-), usa la forma más rastrera de fomentar los bajos instintos del oyente dándole carnaza putrefacta. Este gualtrapa, terrorista del micrófono, chismoso de alta suciedad, vende historietas de insidias a costa del morbo insaciable del prójimo. Resulta vomitivo lo que cuenta sobre el presidente del Real Madrid. Lo hace con una impunidad, con una alevosía, que es indignante. La mentecatez de este soplamicros es de Juzgado de guardia. ¿Qué hacen los jueces? Nada. Existe presunción de indecencia.

Calderón ha sido difamado con documentos falsos. Un hecho delictivo. El presidente desmontó en una vibrante y emotiva rueda de prensa, con pruebas definitivas, todo este tinglado que sonroja la ética. «¿De dónde saca pa tanto como destaca?», titulaba su crónica Antonio Pérez Henares. El bueno de Chani, a quien estimo, dio un punterazo sin balón al presidente embriagado por unos datos que habían sido manipulados y él daba por rigurosos. Cazador cazado. Engullir tanta basura produce náuseas. El cerebro de Abellán no es su primer órgano en importancia. Siempre hablan más los que piensan menos. La ignorancia puede ser curada, la estupidez es incurable. Todo es relativo menos Abellán, que es absoluto. Absolutamente impresentable. Un día sí y otro también profiere mentiras, calumnias e injurias contra todo aquello que protagonice Ramón Calderón y su directiva.

Este periodista carroñero está empeñado en dar tono racional a lo propio y negárselo a lo ajeno. No puede haber tolerancia con la intolerancia de este gurú que está cayendo en una información barriobajera basada en insultar y descalificar a la gente que no piensa como él. Su descrédito a la hora de informar sobre la directiva del Real Madrid ha obtenido cum laudem. Este parlanchín de voz estropajosa está siendo periodísticamente obsceno y moralmente indecente. Después de escuchar lo que ha dicho contra Ramón Calderón y Melchor Miralles, he llegado a la conclusión de que toda la desinformación voceada y escrita por este voceras denota una falta de escrúpulos y pudor intelectual. Es un desprecio a la inteligencia ajena.

Calderón y Miralles son dos buenos amigos. Melchor no se ha ido de la directiva por problemas con Ramón, sino por asuntos profesionales; me consta la amistad que le une al presidente y al resto de los directivos. Abellán, ofuscado, empecinado, obcecado, con sus fabulaciones periodísticas, carentes del respaldo de los hechos, le ha hecho perder toda credibilidad. No sé si este personajete habrá leído aquello de Nietzche -«las calumnias son enfermedades de los demás que se declaran en nuestro cuerpo»-.

Hoy mi columna se inclina ante Ramón Calderón, un caballero del deporte, una persona sensible, educada, culta, apasionada, sincera, honesta, cabal. Ramón siempre ha procurado mirarse al espejo sin sentir vergüenza. Lo ha conseguido, pero a un precio muy alto. Posee una ética de acero inoxidable; nunca se dejó coaccionar; sí supo conjugar el verbo presidir un gran Club con honor. Hace muchos años que escuché a Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, sobre las consecuencias degenerativas que han tenido para generaciones de periodistas el Yo acuso de Zola o el Caso Watergate, de modo que hoy, decía el colega, no hay reportero que se sienta realizado a menos que haya cobrado alguna pieza, sea ministro, juez, alcalde, presidente de Diputación o, al menos, un concejal de Urbanismo. No entiendo por qué Pedro J. no ha salido en defensa de Calderón, sabiendo como sabe el daño que pueden hacer las calumnias. ¿Hubiera hecho lo mismo si la víctima hubiera sido Florentino Pérez? Permítanme que lo dude. (Lo siento Pedrojota, trabajo en tu empresa, pero mi único salario es mi libertad y esta vez me has decepcionado).

Herzlichen Gluckwunsch, señor Calderón. Doy la enhorabuena en la lengua de Goethe a un señor de la política deportiva. El Real Madrid es algo más que un Club, es todo un símbolo para Madrid y España. Si un clásico dijo que lo más profundo del ser humano es la piel, yo quiero ser piel palentino-madridista. En esto del periodismo hay muchas sardinas que se creen tiburones, como Abellán. Por colegas como él, tenemos muy mala prensa los periodistas. Quizá ignore José Antonio Abellán que los criterios informativos deben atenerse a la objetividad y al pluralismo que garantice el derecho a una información libre y veraz. Odio a la verdad cuando es mentira. Decía José Bergamín: «El periodista, si no es poeta, miente aunque diga la verdad. Pero si es poeta, dice la verdad aunque mienta».

Abellán es un poetarugo, un predicador, un tombolero de las ondas. Para desacreditar a alguien como Ramón Calderón o Melchor Miralles hay que tener mucho prestigio. Él no lo tiene, pero sí mucha desvergüenza. Le conozco muy bien. Siempre le he tenido simpatía y afecto, pero me ha defraudado. Quizá se ha contagiado de Federico Jiménez Losantos, otro resentido. Busquen, comparen, y si encuentran a alguien mejor para presidir al Real Madrid que Ramón Calderón, díganmelo. ¡Hala, Madrid!

 

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