Raúl y Guti se han ido por la puerta de atrás, muy propio de Florentino. En la sombra, sin ruido, sin testigos.

Un domingo por la mañana en una solitaria rueda de prensa (solitaria por la ausencia de representantes del Club) para Guti; y un lunes a medio día, en otra solitaria despedida en el Palco (por la ausencia de público que, de haber querido el Club, hubiera abarrotado el estadio) en el caso de Raúl.

Es la última foto que han protagonizado dos estandartes del Real Madrid. Así se han ido más de treinta años de historia entre dos capitanes que lo han ganado todo con su Club, así dicen adiós dos verdaderos madridistas, dos jugadores nacidos –como dice el “ser superior”- para jugar en el Real Madrid.

Para colmo y colofón, (dolía verlo), el falso y fingido abrazo que Florentino dio a Raúl en el adiós. Un gesto al que el jugador respondió sin ningún entusiasmo, sabedor de lo que Pérez ha “largado” de él durante los últimos seis años y de la puñalada por la espalda que estaba recibiendo. Estoy seguro de que parte de sus lágrimas eran de rabia por lo que le estaban haciendo, por quien lo hacía y  por cómo lo estaban haciendo.

Y, por si fuera poco, Pérez dió las pertinentes instrucciones a su muñeco Macario para que, con relación a Raul, el diario Marca publicara un simple faldón en la portada recogiendo el acto de su despedida. Menos mal que el “diario libre” AS le dedicó la portada entera.

Han salido por la puerta de servicio, por donde abandonan la casa los vasallos, por donde dicen adiós los que han trabajado dejándose la vida por su amo, han cobrado su jornal y se marchan en busca de nuevos hogares donde servir.

Por la puerta de “la casa de atrás” igual que lo hizo Ana Frank perseguida por los nacis. Por el lugar donde salen los que tienen algo que ocultar.

Así se han ido Raúl y Guti, así han dejado el Bernabéu dos brillantes páginas de nuestra historia, y así ha ocurrido porque lo ha impuesto el actual presidente y futuro dueño del Club.

Pero esto no debe extrañar, así se fueron otros grandes que el no había contratado, sin partido de homenaje, sin reconocimiento público. Pero esta política cambia radicalmente cuando de aparecer en las fotos se trata, en las presentaciones de aquellos que considera “suyos”, como Cristiano o Kaká. En esos casos abrió de par en par la puerta grande.

Este es Florentino.